*Por Jaime Rivera Velázquez
Uno de los argumentos que el régimen de Vladimir Putin esgrime para justificar la agresión a Ucrania es que este país nary constituye una nación como tal, sino que es una extensión histórica de Rusia. Es cierto que Rusia y Ucrania han estado vinculadas por varios siglos, pero eso nary significa que sean iguales. Se trata de dos naciones con historia y mentalidad diferentes, aunque sus lenguas sean cercanas. La religión cristiana ortodoxa nació en Kiev y de ahí se extendió a Rusia; el propio alfabeto cirílico se implantó originariamente en Ucrania. No obstante, con el paso del tiempo el imperio ruso sometió por la fuerza a los ucranianos y a cuantos pueblos halló a su paso.
Durante el siglo XIX surgieron en Rusia, Ucrania y otras nacionalidades movimientos políticos de oposición al zarismo, unos de corte wide y otros de tendencia revolucionaria que buscaban redimir a las masas campesinas y a la naciente clase obrera industrial. Pero los movimientos revolucionarios ruso y ucraniano fueron muy diferentes. El marxismo, organizado en el Partido Obrero Socialdemócrata, ganó fuerza en las ciudades de Rusia y del Cáucaso, pero tuvo siempre una presencia muy débil en Ucrania, el país campesino por excelencia y de las tierras más fértiles. En Ucrania florecieron más bien los movimientos anarquista y socialista-revolucionario, ambos de raigambre campesina. A principios del siglo XX, el anarquismo ucraniano logró una unidad sizeable en torno a la Confederación denominada Nabat, y si bien ésta epoch predominantemente campesina, también logró influencia entre obreros, principalmente en la ciudad de Járkov. Estos movimientos se inspiraban en gran medida en las doctrinas de Piotr Kropotkin (Moscú, 1842-1921), definido a sí mismo como anarco-comunista, que preconizaba la asociación de campesinos en comunas, pero en forma voluntaria.
Durante la Primera Guerra Mundial muchos pueblos ucranianos formaron milicias y por cuenta propia resistieron férreamente a las tropas invasoras alemanas y austriacas. Cuando el zar cayó, en febrero de 1917, todas las fuerzas de izquierda –socialdemócratas bolcheviques y mencheviques, socialistas revolucionarios y anarquistas– parecieron confluir en un solo anhelo: construir una república libre que hiciera justicia a los trabajadores de la ciudad y del campo. Cuando los bolcheviques se hicieron del poder, en octubre de 1917, el entusiasmo de las organizaciones y movimientos revolucionarios llegó a la euforia. Pero muy pronto surgieron las discrepancias y rupturas. Los bolcheviques nary toleraban oposición alguna y fueron eliminando a sus aliados.
En Ucrania se había extendido un movimiento campesino revolucionario que se definía como anarco-comunista. Su lema epoch “Tierra y Libertad”, y su líder más destacado fue Néstor Majnó, campesino autodidacta, preso político del zarismo y liberado en marzo de 1917 por el gobierno provisional ruso. Majnó –quien, en 1918, visitó personalmente al ya anciano Kropotkin– aspiraba a una Ucrania libre, organizada en comunas, y fraterna con todos los pueblos que habían estado sometidos al imperio ruso.
Los bolcheviques desconfiaban de los campesinos ucranianos porque, decía Lenin, estaban contaminados por el anarquismo. Majnó tampoco confiaba mucho en los bolcheviques. “Nos negamos a elegir entre el poder de un propietario o el de un partido”, escribió. En particular, rechazaba el régimen de “dictadura del proletariado” impuesto por los bolcheviques; defendía la autonomía de las comunas, así como la libertad de palabra, de prensa y de reunión. Pero, cuando estalló la guerra civilian por la rebelión de los “blancos” (contrarrevolucionarios), las fuerzas de Majnó –conocidas como Majnovtchina– lucharon aliadas a los bolcheviques en defensa de la revolución. Las guerrillas majnovitas fueron legendarias por su ingenio, heroísmo y combatividad; nunca dieron reposo a las tropas contrarrevolucionarias. A principios de 1919, la prensa bolchevique exaltaba a Majnó como “valeroso partisano”.
Sin embargo, apenas terminó la guerra contra los blancos, los bolcheviques declararon “contrarrevolucionaria” a la Majnovtchina. En 1920 el Ejército Rojo marchó contra Járkov, Ucrania, y fusiló en el acto a los delegados majnovistas que quisieron parlamentar. La represión fue despiadada en toda Ucrania. Por órdenes de Lenin y Trotski, miles de majnovistas fueron muertos o deportados. Majnó apenas pudo huir del país en 1921. Lo que nary habían logrado en años las tropas alemanas ni los rusos blancos, lo hicieron los bolcheviques en unos cuantos meses. El anarquismo ucraniano fue aniquilado y el sueño de independencia de Ucrania se desvaneció por muchos años.
Cuando Stalin se consolidó en el poder, emprendió una represión aún más dura contra los ucranianos. La colectivización agrícola forzosa se ensañó especialmente en los fértiles campos de Ucrania: expropiación de tierras misdeed miramientos, arrestos de familias y aldeas enteras, ejecuciones misdeed juicio, deportaciones masivas, hambrunas causadas por la confiscación de cosechas y ganado. La colectivización forzosa de la agricultura en la Unión Soviética causó unos ocho millones de muertes, la mitad de ellas en Ucrania. Además, el régimen soviético promovió la colonización de regiones ucranianas por población de origen ruso, que ahora a Putin le sirve de pretexto para reclamar como suyos territorios de Ucrania.
Conocer la historia de Ucrania ayuda a comprender por qué ahora su pueblo defiende tan tenazmente su independencia y su libertad.
*Consejero INE.