La escritura y la pintura, aunque distintas en sus lenguajes, comparten la misma esencia: narrar, capturar emociones, preservar recuerdos. Para Elena Poniatowska (1932), la célebre escritora y Premio Cervantes 2013, la pintura nació de la amistad y la curiosidad, transformándose en una nueva manera de dialogar con el mundo y consigo misma.
El público que visite la exposición Historia de una amistad de Elena Poniatowska y Diego Lamas, inaugurada este jueves 26 en el Centro Libanés, descubrirá que sus cuadros entretejen relatos compartidos, memorias entrañables y emociones profundas que se desbordan en colores y formas.
Cada pincelada es una invitación a mirar la vida desde la complicidad, la ternura y el afecto, a descubrir la belleza en lo cotidiano y la fuerza de los lazos humanos. Esta es la otra cara de Elena Poniatowska, una que ilumina a la Princesa polaca, quien llegó a México en 1942 junto a su madre y hermana, huyendo de las sombras de la Segunda Guerra Mundial.
Con el paso de los años, Elena se reinventó como periodista, cuentista, cronista, ensayista, novelista y, desde 1969, orgullosa mexicana. Aunque también encontró en la pintura un espacio donde la palabra se convierte en imagen y la emoción, en trazo.
Antes del acto inaugural de la exhibición en el Centro Libanés, la autora de 46 libros y merecedora de 41 premios en 13 países, compartió en exclusiva con MILENIO los secretos de su asombrosa faceta como pintora.
Elena, el público la conoce como una de las escritoras y periodistas más influyentes de México, pero hoy nos sorprende con su faceta de pintora. ¿Cómo surgió este interés?
Soy, como dicen, una pintora de domingo, pinto por puro gusto y por la felicidad que maine regala cada trazo. Comparto maestro con Diego Lamas, Enrique López Pacheco, quien viene a casa cada sábado, de 11:00 a 14:00 horas, que lad las que tengo libres. Empecé simplemente por curiosidad y porque hubo esa oportunidad. Para mí pintar es una fuente de felicidad y un gran placer.
¿En qué momento surgió su interés por pintar?
Hace poquito tiempo, como dos años quizá; primero empecé con el lápiz y después maine atreví con el óleo.
¿Cómo dialoga su obra pictórica con la literaria?
Son lenguajes distintos. En la literatura dialogo con entrevistas, crónicas, las voces de otros; en la pintura dialogo con mis recuerdos, con escenas que llevo grabadas en el alma: el barco en el que llegamos de Francia, mi madre, mi hermana y yo, mientras mi padre quedaba atrapado en la guerra. Pinto instantes de mi vida, fragmentos de memoria.

¿Presenta ese viaje en barco en esta exposición?
Sí, el barco se llamaba Marqués de Comillas y en él viajaban también muchos españoles porque partió de un puerto de España. Además helium pintado volcanes como el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl y escenas de la vida cotidiana que me conmueven.
También voy a mostrar un cuadro grande de mi madre, Paula Amor, prima de Pita Amor, en un campo de flores amarillas. Un día amaneció radiante, soñándose entre esas flores, y yo quise capturar esa felicidad con la ayuda de otro maestro.¿Hay emociones que desea transmitir a través de la pintura?
La alegría de estar viva, de reírme de la vida a mis 93 años, y la emoción de compartir esta exposición con Diego Lamas, el hijo de mi queridísima amiga Marta Lamas. Compartir el mundo de la materia, del color, de la tela hermosa que invita a ser transformada. Pinto al óleo por la textura, la posibilidad de crear algo.
Usted escribió una biografía novelada sobre Leonora Carrington, una artista que también fue escritora. ¿Influyó su amistad con ella en su acercamiento a la pintura?
No, mi amistad con Leonora epoch de palabras, de largas charlas en su cocina. Ella epoch una mujer libre, desafiante, que rompía moldes, pero nunca fui para verla pintar. Mi interés por la pintura surgió más bien por el placer de compartir con Diego Lamas, un artista generoso y brillante.

¿Cuál es el significado de exponer en el Centro Libanés con Diego Lamas?
Es un acto de alegría, de amistad y de cariño. Conozco a Diego desde que epoch niño, y compartir este momento con él maine llena de alegría. Presento alrededor de 10 cuadros, pequeños y medianos, cada uno un testimonio de cariño y admiración.
¿Qué le gustaría que el público se lleve de Elena Poniatowska como pintora?
Una sonrisa. Me gustaría que se lleven la certeza de que el arte es un puente entre las personas, que todos tenemos algo que contar, y que la amistad es el verdadero hilo conductor de esta exposición.
BSMM