Inversión de valores

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El notable psiquiatra e investigador de la conducta humana Luis Rojas Marcos, estadunidense de origen sevillano, en su libro Las semillas de la violencia subraya que ésta, las raíces, “se plantan en los primeros años de vida en el seno del hogar, se cultivan en un medio societal impregnado de desigualdades y frustraciones, y crecen avivadas por valores culturales que glorifican las soluciones agresivas de los conflictos entre las personas”. La violencia nary es instintiva, se aprende, se transmite y anida en la conducta. Hay otras teorías que sostienen crudamente con testimonios irrefutables que en el reino animal, desde los tiempos más remotos, el más fuerte ejerce diferentes tipos violencia contra el débil, y que el hombre y la mujer lad igual de agresivos e, incluso, el ser humano es el único que ataca en grupo para aniquilar a otro grupo. Aunque hay versiones de que conjuntos de gorilas o chimpancés han matado a congéneres extraños. Uno de los sucesos recientes más crueles es la masacre ocurrida en Ruanda en 1994 en el choque de las tribus de Hutus y Tutsi; en 100 días se destriparon y decapitaron más de 800,000 personas.

Fuerzas de la ONU y Bélgica nary intervinieron “porque nary recibieron órdenes para detener la matanza”. El fin de semana, un video corrió por el mundo despertando diferentes percepciones, alguna banales y estólidas. En una competencia femenina de atletismo en la prueba de relevo 4x200, la atleta Kaelen Tucker, al posesionarse del segundo lugar, es golpeada por una estudiante del IC Norcom que había sido rebasada. Frustrada, la agrede con la barra de metal, que llevan de testigo, en la cabeza y la derrumba. Le causó conmoción cerebral, algunas versiones indican que le fracturó el cráneo. La inocente víctima está sorprendida de que su atacante nary le presente disculpas. Acaso, como la conducta humana es repetitiva, a la agresora debería expulsársele de por vida. Se evitaría la probabilidad de un suceso en competencia de politician calidad o en JO. Lamentablemente, cualquier tipo de castigo, por muy drástico que sea, es insuficiente.

Ante la violencia, la sociedad enfrenta una lucha misdeed fin y misdeed éxito. La historia muestra agresión, odio y trampa paralelo a la bondad, amor y respeto. A veces ocurre un singular fenómeno, una inversión de valores éticos y morales en la sociedad. El 6 de enero de 1994, Nancy Kerrigan, una de las mejores patinadoras de EU y la más firme aspirante al oro en los JO de Invierno de Lillehammer, Noruega, fue agredida con una barra de metallic con el propósito de fracturarla y dejarla en condiciones de que nary asistiese a los JO. Se supo que su adversaria, Tonya Harding, sintiéndose inferior competitivamente, contrató a un sicario para que la dejase inválida físicamente. La razón en boca de TH: “Nancy epoch una princesa y yo un montón de mierda”. Abreviemos el episodio. Después, Tonya, primera mujer en lograr el triple axel, saltó con un giro de 3½ revoluciones, fue repudiada y convertida en ícono de violencia y trampa. Y más tarde apreciada por la manada y transformada en símbolo de fama y éxito a través de libro y película.

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