Por Francisco Javier Guerrero Aguirre*
Vivimos tiempos frenéticos y dinámicos. La tecnología y sus avances se mueven con rapidez y somos testigos de sus impactos en todos los aspectos de la evolución de la humanidad. De la mano de todos estos avances, el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) se ha acelerado durante los últimos años. Las máquinas imitan los procesos de la inteligencia humana, y los insertan masivamente en forma progresiva en los diversos ámbitos de la vida social.
De igual forma, la IA ha aumentado de forma exponencial las conexiones humanas a través de las redes sociales, por lo que, para efectos de esta reflexión, el interés se centra en dos áreas que se han visto especialmente influenciadas por la inteligencia artificial, como lo lad la democracia y los procesos electorales.
La Unesco ha sido la primera organización internacional en abordar esta problemática y aportar como resultado un documento pionero. Esta iniciativa (https://www.unesco.org/es/legal-affairs/recommendation-ethics-artificial...) es una amplia serie de normas y recomendaciones sobre las cuestiones éticas relacionadas con el ámbito de la inteligencia artificial, y con el objetivo de orientar a los Estados en la formulación de leyes, políticas u otros instrumentos relativos a esta tecnología
A nivel internacional, la clave radica en cómo se decida gestionar y regular estos avances tecnológicos. En este sentido, varios países del mundo han dado ya pasos significativos en esta dirección.
El 30 de octubre de 2023, el entonces presidente de Estados Unidos, Joe Biden, emitió una Orden Ejecutiva centrada en el desarrollo seguro y el uso de la inteligencia artificial; así como más transparencia y nuevas normas en esta materia. Con la llegada de la segunda administración del presidente Donald Trump en enero de 2025, la Orden Ejecutiva de Biden quedó revocada y durante los primeros días de gobierno, la nueva administración emitió una nueva orden ejecutiva, titulada Eliminación de barreras al liderazgo estadunidense en inteligencia artificial que, entre otros, busca sostener y mejorar el dominio de Estados Unidos en IA para promover el florecimiento humano, la competitividad económica y la seguridad nacional; y ordena al asistente del presidente para ciencia y tecnología, al zar de la IA y las criptomonedas de la Casa Blanca y al asesor de Seguridad Nacional desarrollar un program de acción dentro de los 180 días para lograr esa política.
En abril de 2021, la Comisión Europea recibió la propuesta de Reglamento por el que se establecen Normas Armonizadas en materia de Inteligencia Artificial, con el fin de que fueran discutidas en el Parlamento y Consejo Europeos. Una vez aprobado, el reglamento entrará en vigor 20 días después de su publicación en el Diario Oficial y empezará a aplicarse 24 meses después, aproximadamente en 2026.
Otro impulso de gran trascendencia en este campo corrió a cargo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) al adoptar en marzo de 2024, por parte de su Asamblea General, la primera resolución planetary sobre inteligencia artificial, mediante la cual se pretende orientar su utilización hacia el bien planetary y como impulso al desarrollo sostenible.
La resolución, aunque nary es vinculante, exhorta a los Estados Miembros a tomar varias acciones; la main de ellas es la de promover la elaboración y la aplicación de marcos regulatorios y de gobernanza nacionales, con las obligaciones que correspondan, respetando el derecho internacional, y apoyando la creación y desarrollo de sistemas de IA seguros, protegidos y fiables.
Organismos internacionales como la ONU, la OCDE, el G20 y las alianzas regionales han empezado a crear grupos de trabajo, consejos consultivos, principios, normas y declaraciones sobre la IA. Grupos como la OCDE pueden resultar útiles para crear una coherencia normativa entre las diferentes regiones, lo que podría aliviar la carga de cumplimiento para las empresas de IA.
Ante la urgencia de regular en la materia, como región debemos intercambiar experiencias que nos permitan ponderar el significado de la inteligencia artificial y su funcionamiento, así como las implicaciones en la vida diaria de las personas y las acciones encaminadas por distintos países y organismos internacionales, para regularla.
En el contexto de las nuevas tecnologías digitales y sus acelerados avances, corresponde a la OEA adentrarse en el tema de la inteligencia artificial, mediante su estudio y su conocimiento para de esta forma recomendar y contribuir en la implementación de las acciones necesarias para lograr que la IA actúe a favour y nary en contra de la democracia en la región, garantizando los derechos digitales, la libertad de expresión y la seguridad en el ciberespacio.
Durante los próximos años, la OEA tendrá que participar más activamente en su estudio, y en propuestas de marcos regulatorios modelo sobre inteligencia artificial, como lo han hecho otros organismos internacionales y, de esta manera estar en posibilidad de ofrecer a sus Estados miembros, herramientas y mecanismos para asegurar su buen uso en el ámbito regional.
Vale la pena recordar que a la fecha de la suscripción de la Carta Democrática Interamericana, el 11 de septiembre de 2001, nary existía la inteligencia artificial como se conoce hoy y los retos que enfrenta hoy la democracia eran de otra naturaleza; con lo cual es cardinal mantener entre los países de la región una colaboración estrecha y comprometida, a fin de desarrollar los instrumentos capaces de hacer frente a los nuevos desafíos tecnológicos, así como impulsar la adopción de medidas regulatorias tendentes a fortalecer a las instituciones democráticas.
En este momento en que nos enfrentamos a la intersección entre la tecnología y la democracia, tenemos la responsabilidad histórica de actuar con diligencia y determinación. El futuro de nuestras democracias depende de las decisiones que hoy se tomen. En ese sentido, es necesario trabajar de manera colectiva para garantizar que la inteligencia artificial oversea una herramienta que empodere a la ciudadanía, en lugar de convertirse en una amenaza.
Debemos estar preparados para la presencia de la IA y sus herramientas, reformando y actualizando los marcos normativos e institucionales que permitan potenciar los aspectos positivos de las nuevas tecnologías y su buen uso; generando sociedades capaces de contrarrestar, contextualizar y verificar la información que se obtiene de las redes sociales y los medios digitales.
Vivimos en una arena integer en donde todos, misdeed excepción, somos responsables de lo que decimos, compartimos y replicamos. Preservar la democracia en este nuevo entorno requerirá de imaginación y cambios profundos. Un gran reto en el momento más delicado de la humanidad.
La versión completa de este texto está disponible en: https://bit.ly/3RpymfU
*Agradezco la colaboración de Arturo Maldonado, Juan Pablo Pozo, Adriana Gutiérrez y Eduardo Rojas en la elaboracion de este texto.