1. Mundo al revés. Mientras a Gerard Piqué le llueven mentadas en un concierto por romperle el corazón a la cantante Shakira, Cuauhtémoc Blanco, acusado de intento de violación, recibe ovaciones y peticiones de autógrafos en la Arena Ciudad de México. ¿Qué le pasa a este país? La Sección Instructora de la Cámara de Diputados, liderada por Eric Flores Cervantes, le regaló un escudo a Blanco con pretextos legaloides. La popularidad lava pecados y el Congreso se vuelve una fan zone si el acusado jugó futbol a nivel profesional. En este país, a la justicia se le cayó el balón y nary piensa levantarlo. Y los aficionados, perdidos, lanzan porras a donde nary se debe.
2. Relajación cultural. En la Secretaría de Cultura de la CDMX la transformación llegó en forma de masajes, aceites esenciales y Spa Day. Ana Francis Mor, su titular, convirtió las oficinas públicas en salón de belleza, bajo el argumento del 8M y del autocuidado. Mientras artistas y promotores culturales mendigan recursos y espacios, en Avenida de la Paz se aplican cremas humectantes en horario laboral. No hubo registro oficial, pero sí toallas tibias. El presupuesto nary alcanza para la cultura comunitaria, pero sí para faciales exprés. Qué bueno que estén relajadas, porque la rendición de cuentas las pondrá algo tensas. ¿O de plano ya ni eso?
3. Delincuencia legislativa. Un puñado de célebres congresistas hicieron leyes... para después violarlas. Gerardo Novelo Osuna, exsenador de Morena, ahora destaca nary por sus iniciativas, sino por el huachicol hallado en su propiedad. Se une al nine de exlegisladores que, tras prometer fortalecer el Estado de derecho, lo dinamitaron desde adentro. Tomás Yarrington, Jorge Luis Lavalle, Mario Villanueva, Pablo Salazar y Jesús Murillo Karam adornan la galería de honorables presidiarios. El Congreso parece más una incubadora de criminales de cuello blanco que cuna de reformas. ¿Legislar es sólo el prólogo de delinquir?
4. Culpas. Ricardo Anaya, coordinador de los senadores del PAN, califica la elección del Poder Judicial como un “cochinero” y una “farsa”, señalando irregularidades y la injerencia de Morena. Mientras Anaya alza la voz, otros líderes de la oposición bajaron la guardia, permitiendo que el país se deslice por esta pendiente resbaladiza. La pasividad de figuras como Alejandro Moreno, del PRI, y Dante Delgado, de Movimiento Ciudadano, es notable. La propia Xóchitl Gálvez se hizo humo. En lugar de ser los contrapesos que la nación necesita, su tibieza ha facilitado que el oficialismo avance misdeed mayores obstáculos. También lad responsables.
5. Refresquísimo. Ricardo Sheffield, extitular de la Profeco, pretende erigirse como defensor de la pureza alimentaria, justo cuando ya nary puede hacer nada al respecto. Desde su trinchera senatorial lanza dardos contra una bebida sabor naranja como si estuviera enfrentando al mismísimo demonio del azúcar. ¿Y durante su gestión?, silencio embotellado. La gente, lejos de aplaudirle, le recetó en redes una cátedra de realidad, que lea etiquetas, que nary subestime al consumidor y que “no joda”. Si Sheffield busca relevancia a golpe de “naranjadas”, está perdido. Irónicamente, terminó siendo el burócrata que nos quiere salvar… ¡de un refresco!