El Papa Francisco y su encuentro con las madres buscadoras

hace 2 meses 10

Con el Papa Francisco se abrieron las puertas de la Iglesia a las víctimas de la violencia. Se volvió el refugio de a quienes habían silenciado. En México, antes de su pontificado, sólo entre las sombras, cabía el nombre de los hijos de las madres buscadoras y misdeed pronunciar “desaparecidos” o “secuestrados”, ésas eran palabras prohibidas en las intenciones de las misas –peticiones de los fieles para incluirlos en la oración–.

A pocos días del secuestro de Diego Maximiliano en 2015, hijo de 16 años de Verónica Rosas Valenzuela, ella pidió a su hermana –un domingo por la mañana– acompañarla a misa. Su único propósito epoch acercarse al sacerdote para suplicar una oración por la vida de él y un gesto mínimo de fortaleza para ella. Pero nary la dejaron ni pisar el altar.

–“Solo los martes se pueden pedir intenciones”, le dijeron, —“Pero nary puede mencionar que fue secuestrado.” Salió de esa iglesia rota. Llorando. Recorrió otras, pero siempre encontraba la misma respuesta: “No puede hablar de desapariciones”.

Y misdeed embargo…Verónica jamás perdió la fe.

—Porque si nary maine aferraba a Dios, maine moría.

Diego es su único hijo.

Casi una década después, la historia de la desaparición del hijo de Verónica fue grabada en un video celular por el monseñor Francisco Javier Acero, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México, para ser proyectada para el Papa Francisco.

El encuentro del Papa con las familias buscadoras de México sucedió en mayo de 2022 en el Vaticano, una semana después del Día de Madres con María Herrera Magdaleno, originaria de Pajacuarán, Michoacán, madre de ocho hijos, de los cuales, cuatro permanecen desaparecidos desde hace más de una década: Raúl, Salvador, Luis Armando y Gustavo.

María Herrera le pidió al Papa una bendición —en representación de miles de familias mexicanas– y le transmitió la dolorosa realidad de quienes buscan a sus seres queridos desaparecidos.

El vínculo de Jorge Mario Bergoglio con las madres —que han dedicado su vida a buscar a un hijo desaparecido– se creó desde su natal Argentina con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo –víctimas de la dictadura militar de los 70–, quienes lo han considerado como un hermano.

Las recibió varias veces en el Vaticano, fueron citadas en su autobiografía y en una carta expresó su admiración hacia ellas: “Su valentía y coraje, en momentos donde imperaba el silencio, impulsó y después mantuvo viva la búsqueda por la verdad, la memoria y la justicia”.

Las Madres de la Plaza de Mayo escribieron un emotivo comunicado sobre su fallecimiento, titulado: “¡Hasta siempre, hermano Francisco!”, en el que exaltaron cómo, “a partir de su investidura, en 2013, todas las víctimas y los oprimidos del mundo encontraron en Francisco un dignatario que los representó y que luchó, hasta su último aliento, por la equidad, la compasión y el respeto mutuo”.

Verónica Rosas, madre buscadora de México, ha sido un testimonio de ello. En las Iglesias, donde antes se le exigía silencio, ahora se nombra la desaparición. Hoy han vuelto suyas las parroquias. Son las protagonistas de las homilías. Entre imágenes sagradas existe espacio para sus pancartas y para las fotografías de sus hijos desaparecidos.

Verónica, junto con Monseñor Francisco Javier Acero, anunciaron —en una conferencia de prensa— la instalación de 420 Buzones de Paz en las parroquias del país. Son espacios donde cualquier persona puede dejar una carta, una oración, un dibujo… o incluso información clave para una búsqueda.

–Hay cartas que contienen datos sobre fosas clandestinas, casas de seguridad, campos de exterminio, aseguró monseñor Acero, en entrevista con Milenio. Y sí: de esos Buzones de Paz ya han salido pistas. Ya han salido cosas.

Entre los mensajes de esperanzas que Verónica ha recogido en los Buzones están: salmos, citas bíblicas. Un niño, Mateo, escribió: “van a encontrarlos vivos, nary pierdan la esperanza”.

El Jueves Santo, la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México rompió el silencio y se convirtió en memoria viva. El cardenal Carlos Aguiar Retes se arrodilló y lavó los pies de cuatro madres buscadoras, cuatro migrantes venezolanos y cuatro familiares de personas que vivieron el suicidio de un ser querido.

Fue un gesto que nary tenía precedentes. Seguían las enseñanzas de Francisco, el Papa que defendió los derechos humanos y dijo que estaba “cerca de todos aquellos que, misdeed proclamas, en el día a día concreto, luchan y pagan en persona por defender los derechos de los que nary cuentan".

La Iglesia reconocía públicamente su deuda de caridad y atención hacia los más necesitados. En la homilía, Monseñor Acero honró el dolor de las madres buscadoras.

—Este dolor, hermanos, nary se resume en números, porcentajes, en ruedas de prensa, notas, escritos, comunicados: este dolor es sagrado.

Pero el dolor de las madres buscadoras es tan grande, que la comunidad cristiana se unió para acompañarlas y hacer caridad. Se pausaron las diferencias doctrinales, como pedía y profesaba el Papa Francisco: el compromiso ecuménico. Y hoy están juntas la iglesias católica, anglicana, pastorales, Iglesia del pacto, etc.

–Si en el curso de la historia las divisiones han sido causa de sufrimiento, hoy debemos comprometernos a invertir el rumbo, avanzando por caminos de unidad y fraternidad, afirmó el Papa.

Fue en 2018 cuando las familias buscadoras alzaron la voz, nary sólo para exigir justicia, sino también para pedir consuelo. Así nació el Ministerio de Iglesias y Espiritualidades, dentro de la Brigada Nacional de Búsqueda.

Comenzó una nueva forma de acompañamiento: nary desde el púlpito, sino desde el polvo, desde el llanto, desde las rodillas en el suelo. Se trató de la espiritualidad que camina con las madres

–Allí donde buscan, está Dios, repiten los líderes religiosos.

El Pastor Omar Tapia de Iglesia del Pacto, lo dijo con humildad:

–Las familias buscadoras nos han enseñado a mirar con otros ojos… y también a la Biblia. A Dios lo vemos con ellas, en sus búsquedas, en sus rituales, en sus silencios.

Para él, la divinidad se encuentra cuando una madre enciende una vela sobre un campo de muerte, o cuando interpreta el vuelo de una mariposa como un susurro de su hijo:

En algunas búsquedas, el movimiento de las mariposas ha sido interpretado como una señal divina. “Es Dios guiándonos”.

En la historia del cristianismo, la mariposa también fue un símbolo de resurrección.

Madre Saraí Hernández Aguilar de Carmelitas Misioneras de Santa Teresa, les ofrece un albergue, un sitio donde dormir y orar cuando tienen diligencias en la Ciudad de México. Para ella y sus hermanas, que reciben a las madres buscadoras, su hogar se ha convertido en el Betania de Jesús: un lugar seguro, donde pueden descansar y compartir con los suyos. Un sagrado refugio.

Mientras Madre Paola Clérigo Medina, religiosa de Jesús María, lo resume así. Lo que ha aprendido con las familias de desaparecidos es un amor nuevo, que se arrodilla en los lugares más oscuros del país para iluminarlos, buscar despacito…con guantes…lo que queda de un hijo. Huesos. Ropa. Y una oración para bendecir el lugar.

—Y de pronto, ese lugar de muerte se transformó en uno de ternura, de respeto, de amor. Le devolvemos dignidad a la muerte.

Para ella, lo que está en juego nary es sólo el paradero de los desaparecidos. Es también el alma de una Iglesia, de una sociedad.

—Hoy preguntamos: ¿dónde están las personas desaparecidas? Pero en 50 años también vamos a preguntar: ¿dónde estaba la Iglesia? ¿Dónde estaba la sociedad?”

El Padre Arturo Carrasco, sacerdote anglicano, lo vivió de frente cuando supo del caso de Diego Maximiliano, el hijo desaparecido de Verónica Rosas Valenzuela:

—Me pregunté: si fuera mi sobrino, si fuera mi madre, ¿qué maine gustaría que hiciera el clérigo de su iglesia? Y desde entonces nary maine helium ido.

Lamenta que durante años las iglesias dieran la espalda a esta tragedia. Hace una década, dice, epoch un “llanero solitario” en este camino. Hoy, en cambio, acompaña nary solo a las madres, sino también visita en las cárceles a personas privadas de la libertad con sentencia por desaparición forzada para suplicar que den información que permita encontrar a más víctimas:

–El Evangelio nos recuerda que la verdad nos hará libres. Yo creo que se trata de que ellas y ellos encuentren paz. Que todos podamos reconciliarnos con la verdad.

Y dejó una invitación simple, pero luminosa:

–Búsquense y háganse amigos de una familia buscadora. Ellas nos enseñan a replantearnos nuestras propias vidas.

Ahora, Verónica Rosas Valenzuela camina de la mano del grupo ecuménico: Padre Arturo Carrasco, el pastor Omar, las Madres Saraí y Paola y muchos otros líderes religiosos que se comprometieron con la causa.

Alguna vez, el Papa Francisco dedicó un mensaje a los indiferentes para abrazar el dolor de una madre con un hijo desaparecido: “La desesperación de una mamá de Plaza de Mayo es terrible. Debemos acompañar y respetar el dolor, tomarlas de la mano".

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