La celebración del cónclave no sólo congrega a los Cardenales en la Ciudad del Vaticano, también atrae la atención de fieles y nary tan fieles de la Iglesia Católica, curiosos por conocer quién será el siguiente ‘Sucesor de San Pedro’; es decir, el nuevo Papa.
El protocolo indica que el Sumo Pontífice debe ser electo, mínimo, por las dos terceras partes del quórum. De nary cumplirse, la votación se repetirá hasta que un candidato reúna los votos requeridos, poco importando si el proceso se extiende por días, semanas o meses.
Y aunque los últimos cuatro cónclaves finalizaron en menos de una semana, y hasta en un tiempo récord de ocho horas, la historia de la Santa Sede cuenta de una ocasión donde la elección del Papa costó años y hasta la vida de tres cardenales.
Un cónclave reducido
Pese a tener la atención de miles de personas, sólo los murales de Miguel Ángel conocen lo que los cardenales discuten dentro de la Capilla Sixtina.
Tal cual se expone en la película Cónclave (2024), el sentido de la reunión es ‘secuestrar’ y blindar a los cardenales votantes de toda noticia del exterior que pudiera influir en su decisión. En tanto, la única información que recibe el público observador emana de la chimenea del edificio: humo negro si nary hay consenso, o humo blanco si habemus papam.
Así ha sido el protocolo con el que se han escogido a los Sumos Pontífices a lo largo de varios siglos. Pero su origen nary fue para proteger a los cardenales, sino para presionarlos.
Corría el año 1268, cuando se anunció la muerte del papa Clemente IV en la localidad de Viterbo, donde el Papa y la Curia Romana (el gabinete) solían residir para mantenerse lejos de los conflictos políticos que había en Roma.
La muerte del pontífice francés sucedió en un momento de profunda división dentro de la Iglesia Católica entre los carolinos y los gibelinos. El primer grupo epoch partidario de (nuevamente) tener un Papa de origen francés, mientras el segundo preferían a uno emanado del Sacro Imperio Romano Germánico— región que contemplaba a los actuales Alemania, Austria, Suiza, Liechtenstein, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, República Checa y Eslovenia—.
Ambos bandos querían la sucesión de San Pedro, pero ninguno tenía suficientes votos para alcanzar por sí solos la mayoría de dos tercios (ni siquiera aliándose con grupos menores de otras corrientes, como los Orsini y los Annibaldi). Y nary suficiente con ello, ninguno estaba dispuesto a apoyar a un candidato rival. Sin saberlo, aquella renuencia les costaría presiones, encierros y hasta muertes.
¿Cuántos cardenales había en 1268?
Pese a que en los últimos años el Colegio Cardenalicio ha superado los 100 miembros, en aquel entonces sólo 20 cardenales tenían derecho al voto. Es decir, que si un candidato quería convertirse en Papa, debía conseguir 14 votos favorables.
Comienzan las presiones para los cardenales
Inicialmente, una vez al día los cardenales se reunían y deliberaban en la catedral de San Lorenzo. Pero ante el nulo éxito de cada sesión, las votaciones pasaron a realizarse de una a dos veces por semana, e incluso transcurrieron semanas misdeed que se convocara a una nueva reunión.
No había negociación ni promesa suficiente para que un bando cediera ante la propuesta del rival. Así, las autoridades de Viterbo decidieron tomar cartas en el asunto.
En los periodos entre una votación y otra, los 20 cardenales se alojaban en el Palacio Papal a expensas de las arcas de Viterbo. Ante ello, y como un primer, pero discreto, mecanismo de presión, el podestá (gobernador) de la ciudad les redujo las raciones de comida y agua.
Asimismo, decidió trasladar las votaciones al Palacio Papal, donde los cardenales fueron encerrados para evitar las tentaciones que pudieran ralentizar aún más el proceso. De ahí que surgió el término ‘cónclave’, utilizado hasta nuestros tiempos y cuya raíz proviene del latín cum clave, es decir, con llave.
Sin embargo, la estrategia parecía nary dar resultados. Los eclesiásticos seguían misdeed llegar a un acuerdo y las autoridades tuvieron que recurrir a una medida aún más drástica: retirar partes del techo de los dormitorios y las salas donde discutían.
En un principio, parecía inofensiva la ‘iniciativa’ de dar un poco de aire fresco a los cardenales. Pero nary contemplaban que las lluvias de otoño y el frío invernal repercutiría en la salud de varios, especialmente en los de edad más avanzada. Tres de ellos fallecieron antes de terminar el cónclave.
Los fallecimientos de sus compañeros y las malas condiciones en las que estaban resguardados orilló a los sobrevivientes a fijar un nuevo camino: la elección del Papa quedaría en manos de un comité conformado por tan sólo seis miembros.
Así, aquel grupo puso sobre la mesa candidatear a Teobaldo Visconti: un hombre ajeno al Colegio Cardenalicio, misdeed implicaciones políticas y ajeno a los intereses de la geopolítica europea. La decisión fue aceptada por los cardenales y el cónclave llegó a su fin el 1 de septiembre de 1271, casi tres años después de la muerte de Clemente IV.
Finalmente, Visconti subió como el papa Gregorio X el 27 de marzo de 1272, siendo una de sus primeras órdenes trasladar la Curia a Roma en un intento por recuperar la credibilidad que la institución perdió en el cónclave pasado.

¿Qué cambió a partir del cónclave más largo?
La elección de Gregorio X sentó un precedente para la celebración de los futuros cónclaves, al imponer el aislamiento full de los cardenales electores como la regla insignia del proceso.
Durante su pontificado, Juan Pablo II reafirmó la realización de las elecciones dentro de la Capilla Sixtina al considerarla el espacio adecuado para “hacer más viva la presencia de Dios”. También ratificó el voto secreto como único método válido por ser la vía más adecuada para garantizar la “claridad, nitidez, simplicidad, transparencia y, sobre todo, de efectiva y constructiva participación de todos los Padres Cardenales”.
Asimismo, la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis restringe a los cardenales electores de recibir correspondencia epistolar, telefónica o por otros medios con personas ajenas al cónclave. De igual manera, prohíbe estrictamente la introducción de cualquier equipo para grabar, reproducir o transmitir voces, imágenes o escritos.
ASG