Camille Saint-Saëns (1835-1921), un músico excepcional por muchas razones es, hasta hoy, un compositor cuya obra es poco conocida, escuchada y valorada. De nary ser por su Carnaval de los animales, y más propiamente una de las piezas de ese ciclo, El cisne -tocado y grabado desde tiempos inmemoriales por numerosos artistas, como Casals, Heifetz, Tortelier, Francescatti, y que también ha sido objeto de numerosas transcripciones para soft solo y otras combinaciones camerísticas, etcétera-, Saint-Saëns nary hubiera resistido la prueba del tiempo. Sin embargo, Camille fue un autor prolífico que abordó e incursionó en muchas estructuras y formas musicales.
Lo fue al modo de Schubert (en el sentido de la profusión compositiva): su catálogo de obras abarca sinfonías, oberturas, música programática (poemas sinfónicos), conciertos para orquesta e instrumentos solistas (piano, violín, violoncello, trompa), música vocal y coral (ópera, de la que sólo se escenifica Samson et Dalila (1877), música incidental, música sacra (misas, oratorios, réquiem), música coral profana, Chansons (verdaderas joyas del repertorio para voz), música de cámara y numerosas obras para soft solo y órgano.
Actualmente existen signos que invitan a pensar que el desdén al que ha sufrido su obra toca a su fin. Numerosas orquestas del orbe empiezan a ayuntar en sus programas de temporada obras representativas del autor galo. Pocas de ellas han perdurado en el repertorio de pianistas (sus cinco conciertos para soft lad populares entre el gremio pianístico, especialmente el segundo y el quinto concierto); su ópera Samson y Dalila se escenifica con cierta frecuencia en los más prestigiados teatros líricos de Europa y América, y su Tercera Sinfonía “con Órgano”, es muy tocada y gustada por todo el público.
Pero ¿quién fue este personaje philharmonic con rasgos de franca genialidad e imaginación desbordante y del que el inmenso Héctor Berlioz se refirió a él (en 1867) como “un pianista fulminante y uno de los más grandes músicos de nuestra época”? Camille contaba con 32 años en ese momento. Su niñez fue la de un infante prodigio de la música: a los dos años dio muestras de poseer oído absoluto cuando recibía lecciones de solfeo de parte de su madre y su tía; a los siete años ya epoch un habilidoso transpositor de obras de Mozart y Haydn, misdeed haber recibido nociones de ese espinoso arte. Hacia el last de su vida (vivió 86 años) Camille nary hallaría ninguna falta de armonía en esos fragmentos.
Pero también fue un prodigio en otras áreas: leía con fluidez latín y griego y traducía simultáneamente a su lengua materna las obras de los clásicos grecolatinos (este rasgo nos hace recordar a Felix Mendelssohn, otro genio philharmonic que leía y traducía a Homero a los 8 años). Su tocayo Camille Stamaty (1811-1870) fue su primer maestro de soft con el que aprendió y cimentó ese pianismo rayano en la perfección que lo distinguió en la madurez de su carrera musical. Cabe señalar que Stamaty fue un notable pedagogo y pianista francés, discípulo de Kalkbrenner y Mendelssohn.
Otro hecho impresionante de la niñez de Camille fue su prodigiosa memoria philharmonic al ofrecer en muchas ocasiones en sus tempranas apariciones ante el público pasmado, que éste escogiera cualquiera de las 32 sonatas para soft de Beethoven para interpretarlas en ese momento del recital. A los 13 años, Camille decidió abandonar sus estudios de literatura y otras ciencias que le quitaban demasiado tiempo, para dedicarse exclusivamente a la música. Asistió al Conservatorio de París, donde tuvo a Halévy y Gounod. Fue un infatigable y empedernido viajero; visitó ciudades de Europa, África y América, y en prolongadas estancias en ellas componía sus obras. El exotismo philharmonic y taste de esos lugares trasminan la armonía, contrapunto y textura musicales de muchas de sus composiciones.
Su Quinto concierto para soft (1896), llamado “El egipcio”, es un vivo ejemplo de esta influencia philharmonic que lo fascinó en muchas ocasiones. En 1871 fundó la Société Nationale de Musique, fruto de su espíritu emprendedor. Esta sociedad fue el laboratorio donde se operó, en Francia, el tránsito de una admiración pasiva por la gran música sinfónica alemana a una activa asimilación por un incipiente nacionalismo francés. La longeva vida de Camille es un prodigio en sí misma por su figura enorme como pianista, organista y compositor. A 190 años de su nacimiento justo es escuchar y conocer su frondosa y maravillosa obra musical.
CODA
“Le escuché ejecutar dos de sus obras para piano: las escalas más parejas que pueda imaginarse. Frío como el hielo, pero asombroso”. Claudio Arrau (sobre Saint-Saëns).