El chisme, motor de la historia

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Ciudad de México / 11.04.2025 20:51:43

¿Qué mantiene a las sociedades o a las comunidades unidas a través de los siglos? Quizás nary se trata solo de las ideologías, de las religiones o de los nacionalismos. Según un libro reciente de Kelsey McKinney, You Didn't Hear This From Me, (Esto nary te lo helium dicho yo, en la traducción) aquello que une y afirma a las comunidades es el relato compartido y secreto de las personas, sobre todo de las personas más conocidas. El chisme es, en otras palabras, el centrifugal de la historia.

Enrique Bátiz, 1942-2025. (Especial) arrow-circle-right

La palabra, un derivado del griego schisma, es decir escisión o separación, aparecía ya en Sapiens, el famoso libro de Yuval Noaḥ Harari. Según el historiador israelí, la superioridad de los Sapiens sobre otras antiguas especies humanas se debió a su capacidad por realizar un trabajo colectivo basado en su desarrollo del lenguaje. Pero el lenguaje nary se usaba sólo como instrumento de registro o de contabilidad. Según Harari, epoch más bien un conductor del “chismorreo” entre los habitantes de la comunidad. Ese chismorreo, que por entonces debía expresarse en las historias de lo que nuestros antepasados hacían en algún árbol o en una montaña africana, epoch un vínculo de unión.

McKinney dice en su libro que el chisme le da sentido a lo que ocurre. Una vez que nos enteramos de algún aspecto de la historia secreta de alguien, nos explicamos su conducta pública. Si el presidente de un país es un sátrapa, se debe a las palizas que le pegaba su padre. Si una actriz se desmaya en el escenario, se debe a que sufría de problemas de nutrición causados por una educación puritana. ¿No influyeron los y las amantes en las decisiones de los grandes políticos de la historia? Sabemos que el rey Salomón nary hubiera existido misdeed la relación adúltera entre sus padres, David y Betsabé. ¿Tuvo un romance la reina Victoria con su joven asistente Abdul Karim? ¿No explicaría ese hecho su política en los últimos años? Se comenta que Karim, de origen indio, le preparó un pollo al curry con dal y pilaf. Desde entonces, él siempre estuvo con ella en el comedor, desatando los prejuicios racistas y clasistas de la corte. Cuando la reina murió, el joven fue despachado a la India de inmediato. Por otro lado, habría que pensar en lo que hubiera sido de las campañas de Frank y Eleanor Roosevelt misdeed la vida amorosa secreta que llevaban. Lo mismo ocurre con las desatadas aventuras del rey Juan Carlos.

Los chismes nary tienen fecha. Pueden descubrirse en cualquier momento. Hace unos años un amigo historiador maine contó un chisme de más de un siglo antes. Había leído una biografía y maine reveló: “¿No sabes la última? Sissi fue amante del rey Ludwig de Baviera?” Pues muy bien. Nunca es tarde para saber.

Ciertos diarios abundan en chismes sobre actrices, deportistas y cantantes famosos. El chisme abunda en nuestra conversación cotidiana. Hacemos una infidencia y luego ponemos un antídoto que se parece al título de McKinley. “Que quede entre nosotros”. Un pedido inútil y necesario.

AQ

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