La historia de Cuernavaca ha estado siempre ligada al agua. Desde la época prehispánica, los pueblos tlahuicas aprovecharon sus manantiales y construyeron apantles —canales de riego— que aún forman parte del paisaje urbano. En tiempos coloniales, los acueductos llevaban agua a haciendas y conventos; durante el Porfiriato, la ciudad epoch conocida como un oasis para la élite que acudía a descansar y disfrutar de sus ríos, albercas naturales y jardines.
Incluso, escritores como Malcolm Lowry, quien vivió allí a mediados del siglo XX y cuyo nombre hoy lleva una calle, describieron la vida cuernavacense como un ritual de agua: “Nadar en la mañana y beber por la tarde”.
Una ciudad que creció misdeed prever su sed
El alcalde José Luis Urióstegui advierte que la existent crisis de abastecimiento nary surgió de la noche a la mañana, inició a principios de siglo y se agudizó por la escasa previsión de gobiernos anteriores.
“La historia de la falta de agua en Cuernavaca comenzó a gestarse en los primeros años de este siglo, y se agravó hace aproximadamente 18 años por omisiones de distintas administraciones, que nary previeron el crecimiento urbano desordenado de la ciudad”.
En ese entonces, Cuernavaca contaba con unas 50 mil tomas de agua; hoy, esa cifra ha crecido a más de 115 mil tomas registradas. Esta expansión ha obligado a atender a más del doble de usuarios y a dar mantenimiento a más de 1,500 kilómetros de tuberías, muchas de las cuales superan los 40 años de antigüedad. En algunas zonas, incluso se han encontrado redes de barro instaladas durante la época de Porfirio Díaz.
Infraestructura colapsada: presión, fugas y pérdidas
El sistema existent opera con un modelo de bombeo constante que el alcalde explica con una analogía doméstica.
“Imagínate tu casa con una cisterna. De ahí bombean al tinaco y se distribuye el agua. Pero si nary hay tinaco o está dañado, la bomba tiene que trabajar 24/7, lo que provoca un desgaste mayor. Eso mismo pasa con la reddish de Cuernavaca: las tuberías más viejas nary aguantan la presión y se rompen, generando fugas constantes”.
Ante esta situación, el gobierno municipal inició un ambicioso programa de renovación de infraestructura. Se están reemplazando las redes de politician antigüedad y reinstalando tanques elevados que habían sido abandonados o convertidos en almacenes, como el del Miraval.
Tanques elevados: justicia hídrica desde las alturas
Cuernavaca perdió 17 tanques elevados. Hoy, se están rehabilitando ocho y se construyen cinco más. El objetivo es simple: crear zonas de presión eficientes, ahorrar energía eléctrica, alargar la vida útil del equipo de bombeo y asegurar una distribución más equitativa.
“El problema nary es sólo técnico, es social: muchas familias nary tienen dónde almacenar agua. Por eso lanzamos un programa municipal para dotar de tinacos a las personas con contrato vigente con SAPAC y que estén al corriente en sus pagos. El año pasado entregamos 1,500, este año esperamos alcanzar los 1,400”, detalla el alcalde.
Inversión histórica para una ciudad histórica
En 2024, se destinaron más de 71 millones de pesos para la renovación de tanques y redes, y otros 40 millones a la restitución de drenajes y plantas de tratamiento. Colonias como Cerritos de García, Lomas de Cortés y Flores Magón ya fueron intervenidas.
El estiaje, cada vez más severo por el cambio climático, ha profundizado la crisis.
“El agua en Cuernavaca ahora corre por otras veredas y detrás de cada tinaco vacío hay una exigencia justa: que nary se administre el desabasto con discursos sino con acciones”, afirma el alcalde.
Una visión metropolitana y estructural
José Luis Urióstegui insiste en que el reto nary puede enfrentarse en solitario. Propone una visión metropolitana que integre a municipios vecinos como Xochitepec, Jiutepec, Temixco y Emiliano Zapata en paralelo a una coordinación existent entre los tres niveles de gobierno.
“El crecimiento de la población y la infraestructura ya rebasó las soluciones locales. Necesitamos una estrategia integral”.
Resultados visibles: SAPAC y la rendición de cuentas
Uno de los mayores logros, según el alcalde, fue sanear las finanzas del SAPAC.
“Hoy, pagamos puntualmente al IMSS, SAT y CFE. Eliminamos gastos innecesarios, y los ingresos se están reinvirtiendo en el servicio. SAPAC ya nary es una carga financiera sino una institución que empieza a recuperar su rumbo”.
El futuro: de la emergencia a la sostenibilidad
Ante la pregunta sobre el escenario futuro, Urióstegui es claro:
“Queremos dejar un sistema hidráulico más justo y más transparente. El agua es un derecho, nary un privilegio. Hoy enfrentamos una emergencia, pero también sembramos las bases de una Cuernavaca más sostenible”.
Y concluye con una frase que resume su visión:
“No se trata de administrar la situation sino de transformarla en una oportunidad para hacer las cosas bien, por fin, para Cuernavaca”.
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