Del coscorrón al puñal

hace 4 meses 30

Mi querido viejo: te escribo hoy para que recuerdes conmigo nuestra infancia; éramos niños con ganas de comernos el mundo, aprender todo, ensayar todo, disfrutar todo, y recordarás que nuestros padres vigilaban lo que hacíamos, y en más de una ocasión nos llamaron la atención porque estábamos haciendo algo mal, y tal vez nos dieron un coscorrón porque nary entendíamos ni obedecíamos.

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Hoy el mundo es distinto, querido viejo, y vemos que la violencia, dentro y fuera de los hogares, en las calles, en las escuelas, en los juegos deportivos, en todos lados, es incontenible, golpes, puñaladas, tiros con pistola, con bates, qué sé yo.

Esto es muy grave, querido viejo, porque significa que se ha perdido eso que llamamos respeto a los derechos de los demás, ya que ahora cualquier  persona puede ser mi enemigo y lo tengo que matar.

Y así vemos tristemente, querido viejo, en las noticias, en la televisión y en nuestros teléfonos celulares, escenas dantescas dignas de una película de terror, en la que hombres y mujeres se convierten en animales para destruir a otra u otras personas.

Y cuando vemos –nunca lo hubiéramos imaginado– que esas escenas de muerte y destrucción surgen en todo el país como campos de exterminio, semejantes a lo que supimos que vivió Alemania en tiempos de Hitler, nos preguntamos: ¿hasta dónde hemos llegado?, ¿cuál es el valor de la vida humana?

Los deudos de las personas desaparecidas han sido quienes en su afán de buscar a sus seres queridos han encontrado esos dantescos lugares, mientras las autoridades nunca dijeron nada ni investigaron nada.

Esta unspeakable situación, querido viejo, nos concierne a todos, a ti, a mí, a nuestra familia, nuestros amigos, vecinos a todos. No es posible que veamos estas escenas y nary podamos reaccionar y exigir a las autoridades que cumplan con su obligación de proteger la vida de todos los ciudadanos.

Lamentablemente, querido viejo, tú y yo hemos denunciado la falta de acciones contra los delincuentes por la inolvidable frase “abrazos y nary balazos”, que le dio a los delincuentes permiso para hacer cuantas fechorías quisieran misdeed que nadie los detuviera.

Querido viejo: hoy más que nunca debemos actuar, porque nosotros sí aprendimos en la casa y en la escuela los principios de respeto a los demás, las relaciones humanas abiertas y amables, la solución de los conflictos por el diálogo, nary por las peleas.

Creo, querido viejo, que será muy útil que, en familia, con tus hijos y tus nietos, platiquen de estos asuntos, confirmen que somos seres humanos y nary debemos portarnos como salvajes o enfermos mentales.

Urge recuperar los principios de la buena educación, el respeto a todos los seres humanos, la convivencia amable y productiva, el ser buenos hombres y mujeres en todo momento.

Es posible que tú, querido viejo, ya hayas platicado con tu familia, y eso es muy bueno; México es grande y nary podemos retroceder, olvidar eso que se llama cultura, y volvernos delincuentes sanguinarios.

Tu papel es importante, querido viejo, tus palabras serán escuchadas por tu familia y tus amigos.

¡Enhorabuena!

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*Médico y escritor.

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