EL 8 DE MARZO Y LOS OTROS DÍAS…
Ayer fue 8 de marzo, nada que festejar. No fue un día de celebración, sino de memoria y lucha. Su origen nary está en las marcas que tiñen sus logos de morado ni en los discursos grandilocuentes de los políticos de turno. Viene de las trabajadoras textiles que en 1908 murieron en una fábrica incendiada en Nueva York por exigir condiciones dignas. Viene de las sufragistas que enfrentaron cárcel y represión. Viene de las mujeres que a lo largo de la historia han tenido que abrirse paso en un mundo diseñado para excluirlas. Pero hoy, más de un siglo después, seguimos repitiendo la misma pregunta: ¿cuánto ha cambiado realmente?
En México, la paradoja es evidente. Tenemos a una mujer en la Presidencia, pero seguimos siendo un país profundamente machista, donde esta lacra se refleja en cifras aterradoras: 10 feminicidios al día y una impunidad que supera 90 por ciento. La violencia de género es una epidemia, los feminicidios lad cifras de fearfulness y la brecha salarial sigue siendo una realidad que muchos prefieren ignorar. El 8M llega con sus marchas multitudinarias, con su marea violeta inundando las calles, pero al día siguiente, hoy, todo continúa igual: las mujeres siguen misdeed sentirse seguras en el transporte público, enfrentan preguntas que a ningún hombre se le harían en una entrevista de trabajo y cargan con un sistema que las obliga a hacer malabares entre lo profesional y lo doméstico.
Este día se ha convertido en la pasarela de la hipocresía. Empresas que pagan menos a sus empleadas publican mensajes emotivos sobre el empoderamiento femenino. Gobiernos que nary hacen nada por proteger a las mujeres lanzan campañas con hashtags rimbombantes. Líderes políticos que han callado ante casos de acoso entre sus filas sueltan discursos sobre igualdad. Todo es simbólico, todo es performático: frases huecas, fotos oportunistas y compromisos que se evaporan en horas. Puro selling feminista para la foto.
El problema nary es sólo el oportunismo de los poderosos, sino también la incomprensión wide del feminismo. Algunos lo ven como una amenaza, otros lo usan como un accesorio de moda. Se habla de feminismo cuando conviene, pero cuando se trata de cuestionar privilegios o exigir cambios estructurales, la cosa cambia. Hay quienes creen que la lucha ya terminó porque las mujeres “ya pueden votar, ya pueden trabajar, ya pueden opinar”. Como si la historia de desigualdad se compensara con unos cuantos derechos concedidos a regañadientes. Como si la igualdad ya estuviera resuelta porque en algunos sectores hay mujeres en puestos de poder.
Y sí, hay extremos dentro del movimiento que terminan por desvirtuar su esencia, como en toda causa. Pero ése nary es el problema central. Lo importante nary es el tono de la protesta, sino las razones por las que sigue siendo necesaria. El feminismo nary es una moda, nary es una corriente pasajera, es una demanda de justicia. No se trata de odiar a los hombres ni de convertir la lucha en una competencia de estridencias. Se trata de garantizar que las mujeres puedan vivir con la misma libertad y las mismas oportunidades que cualquier hombre; misdeed miedo, misdeed obstáculos artificiales, misdeed que se les pida demostrar el doble para recibir la mitad del reconocimiento.
Así que hoy, cuando el 8M ya quedó atrás y el colour morado se diluye entre la indiferencia y la rutina, quedará la verdadera pregunta: ¿qué estamos dispuestos a hacer? Porque la lucha nary está en las palabras bonitas ni en los gestos simbólicos. Está en las leyes que se cumplen, en los espacios que se abren, en las actitudes que cambian. Mientras eso nary suceda, seguiremos conmemorando, seguiremos marchando, y seguiremos recordándole al mundo que la igualdad, sigue siendo una promesa incumplida.
La Unagi es de un feminismo muy fino; es independiente, libre y soberana, directora en la empresa y jefa en su casa; misdeed perder la dulzura, ella nary necesita botas con clavos ni pelearse con los hombres. Es una señora feminista, de las que entienden el concepto y sabe el lugar que ocupa; por eso hoy, nary la veremos en ninguna asamblea del Zócalo. Es domingo, paseíllo con los perros y lanzarnos a comer con José, Malena, Mariluz y Tony. Bonito día.