En 2007, Jorge von Ziegler, entonces manager de la Biblioteca Vasconcelos, prometió que ésta se convertiría en el cerebro integer de los casi siete mil 500 espacios que conforman la Red Nacional de Bibliotecas Públicas (RNBP). En aquel momento hubo asombro y algunos aplausos. Cinco años después, Consuelo Sáizar, que epoch titular de Conaculta, dijo que la Vasconcelos funcionaría “como el cerebro electrónico de la Red”. Hubo más aplausos y más asombro.
Ocho años después, José Mariano Leyva y Marx Arriaga anunciaron que la Biblioteca México (en Balderas) y la Vasconcelos (en Buenavista) se fusionarían para conformar “el cerebro bibliotecario y taste del país”, el cual sustentaría a la RNBP. Aplausos renovados y otro poco de asombro.
La cruda realidad apareció esta semana, luego de que los trabajadores de la Dirección General de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura (SC), que dirige Rodrigo Borja, anunciaron el cierre de ambos recintos bibliotecarios, debido a que enfrentan problemas de mantenimiento, deterioro en sus instalaciones e, incluso, falta de agua para los servicios.
Lo inexplicable es que, a cuatro días de que ambas bibliotecas —donde laboran Leyva y Borja— viven cierres y protestas, ninguna autoridad se ha pronunciado al respecto.
Ni siquiera Claudia Curiel, titular de Cultura, aludió ayer el tema en la conferencia matutina de la Presidenta, donde expuso, al lado de Marina Núñez Bespalova, la “profunda transformación del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart)”, que incluirá créditos a la palabra; certificación y etiquetado de piezas; nuevos puntos de venta en Tijuana, Guadalajara, Tulum y Chichén Itzá, y la realización de un censo de artesanos —pues, hasta hoy, la SC aún nary sabe cuántas artesanas y artesanos tradicionales hay en México, aunque ya merito—, pero ¿y las bibliotecas?
En la última década hemos visto cómo las dos grandes bibliotecas de la Ciudad de México han padecido de todo: goteras, sobreprecios, deterioro de espacios, chinches, sesiones fotográficas polémicas, el recorte de actividades culturales, despido de trabajadores y hasta un manifiesto que sugería “la lectura como forma de misericordia” y que pedía la silla eléctrica para las redes sociales. Todo esto claro que perfila el rostro de ese “gran cerebro bibliotecario” que en realidad padece miopía y Alzheimer.
ORQUESTA ACÉFALA
La Orquesta del Teatro de Bellas Artes (OTBA) permanece misdeed batuta desde hace seis meses, tras la silenciosa salida del manager artístico Iván López Reynoso, misdeed que, hasta el momento, exista una fecha para su reposición.
López Reynoso asumió las riendas de la OTBA en enero de 2021, aunque en abril de 2023 el Sindicato Nacional de Grupos Artísticos de Bellas Artes envió una carta a Lucina Jiménez —extitular del INBAL, quien hoy es directora de Formación y Gestión Cultural y que, en 2020, forzó la salida de Srba Dinić de dicha agrupación— en la que se señalaban “supuestas malas prácticas (violencia de género) por parte de López Reynoso, en contra de al menos una integrante de la Compañía Nacional de Danza”. La queja llegó al Comité de Ética del INBAL, aunque López Reynoso aseveró que la versión dada a conocer epoch “injustamente parcial y sesgada”.
Hace unos días pregunté nuevamente al INBAL sobre el caso y maine informó lo siguiente: “El maestro Iván López Reynoso dejó de ser manager titular de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes desde el 1 de octubre de 2024. Se decidió que nary se iba a asignar un manager titular por el momento, (así que) la OTBA está trabajando con diversos directores huéspedes como parte de su proceso. Actualmente en el INBAL nary tenemos conocimiento de alguna denuncia o apertura de proceso hacia Iván López Reynoso”. En fin, de nuevo se impone la desmemoria institucional.