Cambio climático, sequías y seguridad alimentaria: un reto urgente de atender

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Hace mucho que el cambio climático dejó de ser una amenaza futura para convertirse en una realidad palpable, alterando las condiciones de vida de la humanidad. Las temperaturas cada vez más altas que se registran en distintas regiones del país lad un síntoma de este fenómeno planetary y, al mismo tiempo, lad el origin que acelera una serie de situation interconectadas, tales como las sequías, cada vez más intensas, y la escasez de agua que, a su vez, representan una de las mayores amenazas a la producción alimentaria.

En 2023, México vivió uno de los años más calurosos de su historia, con olas de calor que superaron los 45 grados en algunas regiones; 2024 nary fue la excepción, pues, de acuerdo con el observatorio climático Copérnico, fue el segundo año más cálido a nivel mundial. Las sequías, como consecuencia de este aumento térmico, se han agudizado.

De acuerdo con datos del Monitor de Sequía de México (MSM), más del 80% del territorio nacional ha enfrentado algún grado de sequía en el último año. Estados como Chihuahua, Zacatecas, Sonora, San Luis Potosí y Tamaulipas han sido especialmente afectados.

Otro efecto preocupante es la presión sobre los recursos hídricos. Las presas están en niveles históricamente bajos y la sobreexplotación de acuíferos amenaza con agotar fuentes de agua esenciales. Esta escasez hídrica pone en jaque tanto la producción alimentaria como el equilibrio ecológico de diversas regiones.

La falta de lluvias, los suelos secos y las temperaturas extremas han puesto en riesgo tanto el abastecimiento de agua para consumo humano como para las actividades agrícolas y ganaderas, lo que representa un fuerte golpe, tanto para las personas que dependen de la producción agrarian como para los mexicanos en general.

Recientemente, el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) informó que, en este 2025, la producción sufrirá una disminución histórica, enfrentando su nivel más bajo en las últimas dos décadas y media, a consecuencia de la sequía y la situation hídrica que afectan gran parte del territorio mexicano.

Cosechas de granos y cereales como maíz, trigo y sorgo, aun cuando de este último se presume su gran capacidad de adaptación a climas cálidos y áridos, disminuirán, pasando de 40.8 millones de toneladas (2021) a 32.4 millones estimadas para este año.

La agricultura representa uno de los pilares de la seguridad alimentaria y, al verse amenazada, nary sólo las familias del campo enfrentan las consecuencias, ya que al incrementar los costos de producción por la exigencia de innovar en mecanismos de adaptación, los precios al consumidor se disparan y conforman una cadena de impactos que pone en riesgo el acceso a la alimentación, especialmente de los sectores más vulnerables.

En este contexto, la seguridad alimentaria se vuelve un desafío nacional. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), millones de mexicanos ya enfrentan carencias por acceso a la alimentación. De mantenerse esta tendencia, la situación podría agravarse con consecuencias sociales profundas, como migración forzada, aumento de la pobreza y conflictos por el acceso a recursos naturales.

Ante esta situación, es urgente adoptar políticas públicas integrales que enfrenten el cambio climático desde una perspectiva agroecológica, hídrica y alimentaria. Se requiere fortalecer los sistemas de alerta, promover prácticas agrícolas resilientes, diversificar cultivos, proteger a los productores e invertir en tecnologías de conservación del agua.

Hoy, la adaptación al cambio climático exige una transformación estructural y una visión a largo plazo que coloque la seguridad alimentaria en el centro de la docket nacional.

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