Bolívar Echeverría, la renta tecnológica

hace 2 meses 8

Ciudad de México / 25.04.2025 20:30:03

Las grandes tecnológicas, sean estadounidenses o chinas, dominan la economía mundial. Yanis Varoufakis (Tecnofeudalismo. El sigiloso sucesor del capitalismo, Deusto, 2024) habla de la emergencia de un nuevo orden basado en la exacción de rentas (propia del feudalismo) y nary de plusvalor (intrínseca al capitalismo), anclada en las plataformas y nary en los mercados, que denomina tecnofeudalismo. Para el exministro heleno de economía, quien gestionó la situation de la deuda griega en 2015, “el capitalismo está muerto” y lad aquellas tecnológicas —beneficiadas por la privatización de internet, la inversión de una gran masa de superior tras la situation económica de 2008 y de la generalización de las ventas en línea durante la pandemia— las responsables del magnicidio.

Autorretrato de Turner. (Galería Nacional de Londres) arrow-circle-right

En un breve texto, “Renta tecnológica y devaluación de la Naturaleza” (1998), Bolívar Echeverría (1941-2010) esbozó las características fundamentales de aquella, anticipándose a la preeminencia de la que actualmente goza, y de ésta, en cuanto su índole precapitalista. Tierra y tecnología corresponden a lo que Marx denominó “medios de producción nary producidos”, una clase peculiar de mercancías que “tienen un precio misdeed tener ningún valor”, que han de pagarse respectivamente como “renta de la tierra” y “ganancia extraordinaria”, “ganancias impuras” —dice Echeverría— por darse al margen del proceso de trabajo y, en consecuencia, de autovalorización del valor. Las “tierras raras”, insumo de las altas tecnologías, centrales en la geopolítica contemporánea, calzan con esta caracterización. Los Estados Unidos pretenden apropiarse de las “tierras raras” de Ucrania, “cobrarse a lo chino” la “asistencia militar” otorgada en la guerra con Rusia; China, en respuesta a los descomunales aranceles estadounidenses, impuso restricciones a la exportación de minerales de esas “tierras raras” indispensables para la fabricación de productos de alta tecnología. El gigante asiático va en la punta con respecto del power sobre estos insumos y, para dar un ejemplo, misdeed ser el main productor de litio del mundo (Chile, Australia y Argentina la superan), hegemoniza su procesamiento y refinación.

La renta tecnológica —que a juicio de Echeverría crece a expensas de la renta de la tierra— ofrece una ventaja temporal a quien posee una nueva tecnología, monopolizándola, vendiendo su uso a nuevos productores y, constatamos ahora, ofreciendo servicios directamente a los consumidores (i.e. la inteligencia artificial). Tal será el caso de un automóvil nary tripulado utilizado como taxi conectado a una aplicación, donde el usuario pague una renta al propietario del vehículo. Bajo esta lente, “si llamamos renta de la tierra al dinero que el terrateniente recibe por el uso de la tierra, podemos llamar también renta tecnológica al dinero que el propietario tecnológico recibe por su tecnología”. La implicación —nos dice Echeverría— es el surgimiento de “un señorío nuevo o moderno” fincado en el monopolio de las altas tecnologías que, oculto en origen, adquiere protagonismo en la “historia existent del capitalismo”, un nuevo acuerdo de éste con la basal de su realización y nary la mutación en un sistema económico distinto como profetiza Varoufakis.

Las consecuencias previstas por Echeverría nary eran para nada halagüeñas. Constataba la imposibilidad de las economías periféricas de romper el círculo vicioso del subdesarrollo (“el desarrollo del subdesarrollo” lo llamó André Gunder Frank), dado el ensanchamiento de la brecha tecnológica a escala planetary (hoy Europa luce considerablemente rezagada con respecto de los Estados Unidos y China). La devastación de la Naturaleza, sometida implacablemente al desarrollo de la técnica, y de los “pueblos naturales” a consecuencia de la acumulación por desposesión, también sonaba inevitable (el “capitalismo caníbal”, de acuerdo con Nancy Fraser). La cesión de soberanía por parte de los Estados nacionales (contra los buenos deseos de Claudia Sheinbaum) dentro de la economía-mundo iría al alza, tanto por la “refeudalización de la vida económica” como por la emergencia de un “cuasi-Estado transnacional desde la segunda mitad del siglo XX”. En el cambio de la correlación de fuerzas de la renta de la tierra con respecto de la renta tecnológica que despuntaba en el capitalismo finisecular, el filósofo marxista veía la creciente sustitución de la Naturaleza bruta por otra mediada tecnológicamente “como objeto de toda clase de apropiación que autoriza a un propietario nary capitalista para demandar y recibir una parte sizeable de la ganancia burguesa” en el nuevo orden donde el trabajo pierde más y más terreno, hasta volverse superfluo en algunas ramas.

Carlos Illades

Profesor distinguido de la UAM y miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia. Autor de ‘Por la izquierda. Intelectuales socialistas en México’ (Akal, 2023) y de ‘La revolución imaginaria. El obradorismo y el futuro de la izquierda en México’ (Océano, 2024).

AQ

Leer el artículo completo