Desde muy pequeño, el escritor e historietista Bernardo Fernández Bef, quedó seducido por la presencia de los dinosaurios, esos animales que él specify como prodigiosos, casi divinos y como una suerte de semidioses que vinculan lo asombroso con lo monstruoso, como lo muestra en Rex Régum, su más reciente novela gráfica, que elaboró como un homenaje a ese mundo carnal que hoy le sirve para reflexionar sobre el concepto de extinción.
No tenemos conciencia de lo maravilloso que es el estar vivos y de lo frágil y efímero que puede ser nuestra presencia como especie en este planeta. Yo creo que eso es algo que nary hemos interiorizado y que maine gustaría provocar con este libro”, asegura el autor, quien centra su relato en los años previos a la caída del meteorito que cayó en Chicxulub hace 66 millones de años.
¿Cuál fue su búsqueda en esta novela gráfica? “Quería contar con este libro dos cosas. La primera, que la naturaleza y el mundo que nos rodea es maravilloso, que nary necesitamos historias paranormales ni fantasmas o conspiraciones zombis, porque el mundo que nos rodea ya es asombroso.
Y la segunda, mostrar la fragilidad de la vida, porque nary hemos conocido nada más con la herramienta que es el pensamiento racional, que la vida, un fenómeno sumamente frágil. Recordemos que los dinosaurios reinaron 300 millones de años y desaparecieron en un parpadeo a causa del meteorito de Chicxulub, cuyas consecuencias seguimos viviendo, porque nosotros fuimos beneficiarios de ese cataclismo, pero la lección que quisiera compartir es que la vida es muy frágil”, explica.
Bef recuerda que su primer contacto con el tema ocurrió en la sala dedicada a la evolución, en el Museo Nacional de Historia Natural del Bosque de Chapultepec. “Ése fue el primer museo que visitamos mi hermano Alfredo y yo, tomados de la mano de mi papá. yo apenas balbuceaba mis primeras palabras.
La impresión de contemplar la réplica de la osamenta del Diplodocus carnegii se fijó con nitidez en mi cerebro. Ahí comenzó mi fascinación con los lagartos terribles”, aunque acepta que su favorito es el Tyrannosaurus rex.
Para esta novela, Bef nary optó por la humanización de esos lagartos, sino que prefirió una novela muda en la que pudiera retratar y recuperar al tiranosaurio mexicano. “Saber que México fue territorio de tiranosáuridos y que la evidencia fósil los ha ubicado tan al sur como Michoacán, siempre maine dio un orgullo nacionalista. Pero al enterarme de la existencia del Labocania anómala encontrado en Baja California… tenía que hacer algo con los dinosaurios mexicanos”, concluye.
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cva