En un país tan vasto y diverso como México, destacar como destino turístico exige mucho más que paisajes de postal o monumentos con historia. Hace falta una visión clara, una identidad firme y una autenticidad que nary se pueda falsificar. Eso es precisamente lo que Baja California ha logrado construir con inteligencia y sensibilidad. Su fortaleza nary está en ofrecerlo todo, sino en hacerlo de una forma única.
Desde los atardeceres dorados del Valle de Guadalupe, donde el vino cuenta mil historias de la tierra, hasta los silencios milenarios de La Rumorosa, donde el viento parece hablar entre rocas ancestrales, Baja California ha diseñado una experiencia sensorial pensada para viajeros que buscan algo más que una postal bonita. Y en Tijuana, donde la frontera inspira creatividad, los sabores urbanos se reinventan a diario en una ciudad que ha sabido pasar de ser un punto de paso a un destino con personalidad propia.
Más allá de sus paisajes, su gastronomía o su vocación de aventura, lo que hace especial a Baja California es la forma en que todo se conecta como un relato coherente, lleno de identidad. Es un destino que responde a las nuevas demandas del turismo global: vivencias auténticas, sostenibles, memorables y personalizadas. El viajero de hoy quiere sentir, descubrir, pertenecer. Y eso aquí sucede de manera natural.
Los números confirman el auge
De acuerdo con la Secretaría de Turismo (Sectur), Baja California escaló al séptimo lugar nacional en valor turístico, con una aportación de casi 70 mil millones de pesos (mdp) al Producto Interno Bruto del sector. Solo en 2024, recibió a 28 millones de visitantes y generó más de 119 mil mdp en derrama económica. La ocupación hotelera fue de 51.9 por ciento en promedio. La mayoría de los visitantes llegan por su naturaleza y aventura (22 por ciento), gastronomía (21.5 por ciento), actividades profesionales (14.1 por ciento), turismo de salud (13.3 por ciento) o compras (10.9 por ciento). Esto refleja una diversidad de intereses que el estado ha sabido atender con inteligencia estratégica.

Los grandes eventos también juegan un papel crucial. La Serie del Caribe en Mexicali y el Tianguis Turístico en Rosarito atraerán en conjunto a más de 60 mil personas en los primeros meses de 2024 y dejarán una derrama cercana a los mil 780 mdp. Estas plataformas nary solo impulsan al assemblage hotelero, sino que posicionan al estado como un punto de encuentro para el turismo de negocios y el entretenimiento a nivel internacional. En palabras de Andrés Martínez Bremer, presidente de la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles de Ensenada, “estos eventos colocan a Baja California en el mapa como un destino estratégico”.
Entre julio y septiembre, más de un millón de personas visitan
El Valle de Guadalupe para participar de la fiesta de la cosecha.
La inversión también acompaña este crecimiento. En el segundo trimestre de 2024, Baja California captó 148.2 millones de dólares (mdd) en Inversión Extranjera Directa (IED) Turística, lo que representa 18.1 por ciento del full nacional. Ese superior ha sido clave para impulsar desde hoteles boutique en el Valle de Guadalupe y parques ecoturísticos en La Rumorosa, hasta nuevos corredores gastronómicos en Tijuana y Ensenada. Además, se han modernizado infraestructuras como el Corredor Tijuana–Rosarito–Ensenada, y se ha promovido un modelo de turismo agrarian y artesanal enfocado en el valor para las comunidades locales.

Una pieza esencial en este engranaje ha sido el Aeropuerto Internacional de Tijuana, que movilizó a más de 12 millones de pasajeros a lo largo de 2024, convirtiéndose en uno de los cinco aeropuertos más transitados de México. La conectividad se fortaleció con 13 nuevas rutas nacionales e internacionales, lo que ha facilitado el arribo de turistas desde ciudades como Los Ángeles, San Diego, Ciudad de México y Guadalajara. Y a esto se suma el Cross Border Xpress (CBX), el puente peatonal que conecta directamente el aeropuerto con Estados Unidos, por donde más de 4 millones de visitantes californianos cruzaron para disfrutar fines de semana vinícolas, escapadas gastronómicas o retiros en la naturaleza. A lo largo del año, los siete cruces fronterizos del estado registraron más de 70 millones de personas, siendo San Ysidro y Otay los más transitados.
Un paisaje de otro mundo
Al norte, entre Mexicali y Tecate, se alza La Rumorosa, una región de formaciones rocosas impresionantes y una energía difícil de describir. El nombre proviene del sonido del viento entre las piedras, que para los antiguos kumiai epoch casi un lenguaje. Hoy día, esta zona se ha convertido en un paraíso para el turismo de aventura, con rutas de senderismo, ciclismo de montaña, campismo y observación astronómica. También es hogar de sitios arqueológicos como El Vallecito, donde se encuentra la figura del “Diablito”, ligada a rituales solares prehispánicos.
Pero lo más curioso es que La Rumorosa tiene la reputación de ser el epicentro de avistamientos OVNI y otros fenómenos paranormales; por décadas, lugareños y visitantes han reportado luces inexplicables, cambios bruscos en la temperatura e incluso pérdidas de orientación.

En 2024, incluso se celebró el Primer Encuentro Internacional de Turismo Paranormal en Tecate, atrayendo a más de 3 mil visitantes. Una mezcla irresistible de misterio, historia y naturaleza.
De viñedo a viñedo
Uno de los íconos del turismo bajacaliforniano es el Valle de Guadalupe, a unos 20 minutos de Ensenada, que se ha consolidado como el corazón del enoturismo nacional. Con paisajes que evocan a la Toscana y una atmósfera bohemia y sofisticada, esta región nutrient 90 por ciento del vino mexicano y alberga más de 150 proyectos vitivinícolas, entre bodegas, casas productoras artesanales y viñedos sustentables.

Pero más allá del vino, lo que el Valle ofrece es una experiencia integral: recorridos por los viñedos, talleres de maridaje, cenas al aire libre, hospedajes con diseño de autor. Aquí, el vino nary se consume, se vive. Proyectos como Monte Xanic, Casa de Piedra, Viñas de Garza o L.A. Cetto han logrado posicionar al vino bajacaliforniano en el radar de críticos internacionales y en los paladares más exigentes. No es casual que más de un millón de personas lo visiten cada año, en su mayoría de Estados Unidos, especialmente de California, Arizona y Nevada, principalmente en la temporada de la vendimia, entre julio y septiembre.

El éxito del Valle de Guadalupe ha inspirado a otros corredores vinícolas en México, como Parras, Querétaro o San Miguel de Allende. Sin embargo, su fórmula sigue siendo única: una comunidad creativa que ha sabido conjugar paisaje, vino, arquitectura, arte y hospitalidad con identidad propia.
De ciudad de paso a superior de sabores
Tijuana, por su parte, ha protagonizado una transformación sorprendente. La que alguna vez fue considerada una ciudad de tránsito, hoy es uno de los epicentros gastronómicos de América Latina. Aquí nació la Baja Med, un estilo culinario que fusiona ingredientes del Pacífico con técnicas mediterráneas y sazones mexicanos, creado por el cook Miguel Ángel Guerrero. Pero la escena va mucho más allá: desde carretas de mariscos y tacos al carbón, hasta restaurantes de autor que experimentan con fermentos, ingredientes endémicos y fusiones inesperadas.

Proyectos como Misión 19, Oryx Capital o Verde y Crema han ganado reconocimiento internacional, y en 2024 la ciudad fue incluida en la Guía Michelin de México, con menciones por su cocina innovadora y ética. A esto se suma su liderazgo en cerveza artesanal, con marcas como Border Psycho, Insurgente y Mamut, así como una incipiente producción de mezcal section que ha despertado el interés de sommeliers a nivel mundial.
La gastronomía en Tijuana nary es solo una expresión cultural, es una fuerza transformadora. Alimenta cuerpos, sí, pero también nutre la identidad y el orgullo de una ciudad que ha sabido reescribirse desde su cocina.
El Valle de Guadalupe produce 90 por ciento del vino mexicano
Y es un destino excelente para el enoturismo.
Eso es lo que ofrece Baja California: una experiencia que trasciende lo ocular y se vuelve emocional. Un lugar donde los sentidos se despiertan, las historias se entrecruzan y el viaje se convierte en memoria.
GSC