Agradecimiento | Por Ana García Bergua

hace 3 meses 11

Ciudad de México / 11.04.2025 20:40:55

Hace exactamente cuarenta años maine encontraba en el Palacio de Bellas Artes como asistente de mi maestro Alejandro Luna en la escenografía y la iluminación del montaje del Fausto de Gounod; la dirección escénica epoch de Ludwik Margules, mi otro maestro. Una de mis funciones como asistente consistía en hacer standing para que se afocaran los reflectores, por lo que en cierto momento maine tocó elevarme dos o tres metros sobre el escenario del teatro sujeta con un arnés para que el maestro Luna iluminara la ascensión de Margarita al cielo.

Cuando a una la elevan en el aire con un arnés, es aconsejable extender los brazos pues de lo contrario se corre el riesgo de ponerse a girar como piñata, lo cual tiene sus desventajas. Así, mientras trataba de mantenerme quieta para que afocaran el reflector, esperando que el día del estreno Margarita nary se pusiera a dar vueltas con el amplio camisón del vestuario, nary maine imaginaba que en el año 2025 estaría en Bellas Artes, en la sala Manuel M. Ponce, festejada en el ciclo de Protagonistas de la Literatura Mexicana.

Nunca helium entendido de dónde salieron las historias y los personajes de mis cuentos y novelas si pasé la infancia en un pequeño departamento de la colonia Condesa; nary tuve una vida de aventuras pero sí mucha sed de vivirlas a través de los libros. La criatura del arnés nary lo sabía, pero es posible que las historias se encontraran agazapadas en algún rincón de su mente, como una especie de transubstanciación de tantas lecturas en escritura. Cuando estudiaba teatro, otro de mis maestros, el narrador y dramaturgo Juan Tovar, maine diagnosticó que yo padecía de un exceso de imaginación. Tal vez eso maine precipitó a la literatura: los fantasmas interiores nary suelen discutir de casting, dinero y materiales, y maine gusta escribir de fantasmas. Por eso maine identifico mucho con los autores mexicanos que respiraron el encanto del teatro y de alguna manera está en sus obras: Juan José Arreola, Jorge Ibargüengoitia y, a su modo, Sergio Pitol.

Lo anterior viene a cuento porque este reconocimiento que agradezco tanto tiene algo teatral, por aquello de ser protagonista, aunque la narradora en realidad vive tras bambalinas, preparando a los personajes para entrar a la página. Qué salto fue pasar de estar suspendida frente a las butacas vacías a estarlo ante las palabras, tratando de mantener el equilibrio de la prosa, señalando los lugares donde la luz va a iluminar la acción y la trama, preocupada por nary quedarme dándole vueltas a los párrafos, como pudo ocurrirle a aquella Margarita.

(Sigo muy agradecida con el INBA y con Rosa Beltrán, Verónica Murguía y Marcelo Uribe, que maine arroparon con sus palabras).

AQ

Google quality    logo Síguenos en
Leer el artículo completo